jueves, 12 de enero de 2023

Y UN AÑO MÁS

 

 Y UN AÑO MÁS

Un poco absurdo eso de fijar unas fechas para hacer balance del tiempo pasado, a mis 74 años, las navidades, los cambios de fin de año a año nuevo, ya no tienen ningún sentido, la vida me ha ido enseñando, que son los acontecimientos que te suceden a lo largo de ella, los que van marcando tu vida.

Curiosamente, un mismo acontecimiento, te marca de diferente manera, dependiendo de la edad. En la niñez, la vida comienza y todo es nuevo, parece que todo lo que acontece es alegre, bonito y agradable, tú falta de responsabilidad ante la vida, evita que debas ser tú quien resuelva esos acontecimientos desfavorables, y solo quedan los agradables. La infancia e incluso la juventud, solo te recuerdan acontecimientos alegres, los tristes se olvidan pronto.

En la madurez ya eres responsable de lo que te acontece, no solo a ti, sino a los tuyos, y entre los tuyos también están los amigos, e incluso los conocidos, todos los que afectan a tus sentimientos, en mayor o menor grado, dependiendo del sentimiento entre ambos. En esta etapa es cuando los acontecimientos marcan tu vida, cuando los cambios de fecha en el calendario no significan gran cosa, solo los momentos agradables o amargos vividos marcan los antes y después de la vida.

A mis 74 años, en la tercera edad, cuando ya hay muy pocas cosas que dependan de ti, cuando ya deberíamos disfrutar de la vida, te das cuenta de lo poco que queda por disfrutar, casi todos los acontecimientos son pérdidas, pérdidas de facultades físicas, pérdidas de seres queridos… y te vienen a la memoria aquellos versos de Jorge Manrique “Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte, contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando”. Y no, no estoy de acuerdo, la muerte no me da miedo en lo personal, desde que murió mi hijo Javier, me di cuenta de que la muerte es una parte del ciclo de la vida, la parte dramática, pero que tiene la misma importancia que el nacimiento, si no naces no mueres, y si naces ¿Para qué? ¿Para morir?

Hay que vivir el presente, es lo único que tenemos, y sin miedo. Es absurdo pensar en el futuro, pues solo imaginaremos lo que todavía no ha pasado, y a mi edad, lo que queda por pasar, mejor no imaginarlo.

Ha pasado un año más, sin más, solo eso, en todo caso la pandemia es el único acontecimiento relevante, que marca la vida de estos dos últimos años, y más que la pandemia los confinamientos que hemos sufrido. Me resulta muy difícil de aceptar un confinamiento, a mi edad, sin ningún temor a la muerte, y por el mero hecho de la protección colectiva ¿Protección colectiva de qué? Acaso la muerte no es una selección natural de las especies. Acaso los que superen la pandemia no serán unos seres más fortalecidos, que dejarán una herencia genética mejor a la especie. Acaso la tercera edad no ha sido la más atacada por la pandemia, la que más muertes ha sufrido. Acaso la tercera edad que haya superado el covid, puede dejar una herencia genética mejor a la especie. Y entonces, por qué confinar a la tercera edad, confina y protege a la población más necesaria, a los que somos una carga social dejadnos que nos contagiemos, que nos muramos incluso, pero que quien quiera disfrutar, vivir el presente, que lo haga, será un bien para él, aunque fallezca en el intento, y un bien para la sociedad, sobre todo si fallece en el intento.

Hay que vivir el presente, disfrutándolo, es lo único que tenemos los de la tercera edad, alargar la vida sin más es absurdo, que nunca tengamos que decir “cualquier tiempo pasado fue mejor”.

12 de Enero de 2023, José Manuel